El momento más dulce y el momento más complicado para enseñar tecnología

En la historia más reciente de la España democrática tener una nueva Ley de Educación, y por lo tanto un nuevo currículo, no es ciertamente ninguna novedad ya que desde el año 1980 se han sucedido 8 propuestas de ley.

Sin embargo, para la enseñanza de la Tecnología hay dos puntos de inflexión muy claros. El primero de ellos, en el año 1990 con la LOGSE, cuando se sientan las bases para desarrollar los primeros currículos completos de la materia en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria, en otras palabras, cuando se introduce de forma reglada la enseñanza de Tecnología en las aulas de la ESO. 

Y el segundo, y más reciente, con la LOMLOE de 2020 en la que aparece por primera vez la palabra Ingeniería junto a la Ciencia, a la Tecnología y a las Matemáticas (las denominadas materias STEM) en una de las 8 competencias clave a las que deberán responder las nuevas propuestas curriculares de Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria que se empezarán a desplegar en los centros educativos a partir del próximo mes de septiembre.

El enfoque competencial del nuevo currículo, con la introducción de la competencia matemática y de ciencia y tecnología, da cabida a las experiencias de programación y robótica educativa en las aulas dentro del marco legal, muy útiles para introducir la alfabetización STEM. Esto no quiere decir que antes de la nueva ley no estuvieran realizándose, lo que ocurre es que hasta hoy no había una manera sencilla de “casarlas” formalmente con el currículo. De hecho, en muchos centros educativos que trabajan desde hace tiempo con modelos innovadores, en los que se destaca el trabajo por proyectos y además se realiza de forma transversal, los robots y la programación ocupan un lugar especial y privilegiado en las clases, siendo ahora el momento más dulce para continuar haciéndolo con el currículo a favor.

Por otra parte, se hace referencia al momento más complicado porque hay nuevos saberes que trabajar y se precisa formación sobre tecnologías que no se explican en los planes de estudio de magisterio. Entre los objetivos de la introducción de la enseñanza de la tecnología en la educación básica se busca fomentar vocaciones en este campo. En particular se habla mucho de la falta de más presencia femenina en ámbitos profesionales tecnológicos, pero es prácticamente imposible fomentar dichas vocaciones si no se ayuda primero a las maestras (que representan más de dos terceras partes de los docentes de educación infantil y primaria del país) y a los maestros a integrar y hablar de tecnología en su práctica educativa.

A pesar de que el acceso a la carrera de magisterio se puede realizar desde cualquier bachillerato, sólo un porcentaje muy bajo de la rama científico-tecnológica lo hace. En tanto que en las universidades españolas que imparten el grado de magisterio sólo entre el 10 y el 12% de los créditos están destinados a las matemáticas y/o TIC y es poco frecuente encontrar alguna de ellas que ofrezca la especialidad en tecnología. 

Más allá de los esfuerzos por llevar referentes femeninos de campos de la ingeniería y de las ciencias a las escuelas para dictar charlas inspiracionales entre el alumnado, y en particular dirigidas a las alumnas, sería de gran trascendencia que sus maestras y maestros, con los que conviven día tras día y que son sus referentes directos, las ayudaran a descubrir juntos las nuevas profesiones y los nuevos perfiles profesionales que el mundo del siglo XXI está demandando.

Rocío Lara

Responsable del área educativa en RO-BOTICA

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