Alba Cortés Ortiz, asesora financiera y educadora
Creo que nadie puede dudar de la importancia de la educación financiera, de la necesidad de saber gestionarse emocionalmente o de ser algo más que un currículum, tener una vena creativa, algo especial, para destacar ante el resto.
Sin embargo, y a pesar de que tanto padres como Centros Educativos, se esfuerzan por ofrecer a sus hijos y/o estudiantes la mayor cantidad de alternativas (idiomas, deportes, etc.,) estas competencias empresariales no se trabajan con la importancia que se merece en las aulas.
La ley de educación LOMLOE establece en su artículo 2 que el sistema educativo debe desarrollar el espíritu emprendedor. A nivel europeo, la OCDE incluye la competencia financiera en The Future of Education and Skills: The OECD’s Education 2030 como “uno de los valores que necesitarán los jóvenes para prosperar de forma individual y social”.
Nuestro sistema educativo suspende en emprendimiento y finanzas según el informe PISA. España se sitúa por debajo del promedio de países de la OCDE.
¿Cómo se refleja esto en el día a día?
Pues bien, por mi profesión actual en la que ayudo a las familias a organizarse y estar bien planificadas para que, por ejemplo, una subida de Euribor no les ahogue, me ha tocado ver casos que se habrían podido evitar con una buena educación financiera.
Por otro lado, no son pocas las veces en las que he hecho entrevistas en las que la palabra “autónomo” ha hecho huir despavorida a la persona citada, sin querer escuchar más allá.
El camino del empresario no es para todo el mundo, bien es cierto. Hay que tener la autoestima bien alta para saber encajar bien los “noes” y seguir mirando hacia adelante. Para mí, es y sigue siendo un descubrimiento, pues me ha hecho salir totalmente de mi zona de confort, conocer personas maravillosas que de otro modo no habría tenido el placer de encontrarme y dar un impulso a mi trayectoria profesional.
Nací docente, me encanta enseñar y no podía seguir escuchando eso de “ojalá esto me lo hubieran enseñado en la escuela” sin hacer nada.
Así, decidí embarcarme en el proyecto de MBA Kids que nace para dar respuesta al vacío que existe en la escuela de estas competencias, especialmente en edades tempranas.
A través de talleres son los niños y niñas se divierten mientras aprenden finanzas, aprenden a gestionar mejor sus emociones y despiertan su lado creativo y emprendedor.
- Despega: durante cuatro sesiones, se desarrolla un producto desde el conocimiento de la materia prima, la creación de una marca y un plan de marketing. El proyecto desemboca en una feria empresarial donde se presentan las propuestas.
- Pensamiento financiero: tiene como objetivo enseñar conceptos financieros básicos qué es el dinero, el valor del dinero, qué diferencia hay entre ahorro y gasto o qué es invertir.
- Laboratorio de emociones: se trata de reflexionar mediante juegos sobre cómo la frustración y la sensación de fracaso impactan sobre el comportamiento y la toma de decisiones.
La infancia es el momento idóneo para empezar a trabajar estas habilidades si queremos realmente construir una sociedad más preparada y que los adultos de hoy siguen cometiendo.