Claudia Tobar, PhD en Educación en Liderazgo Organizacional. Directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA), Academia SHIFT y Educación en Línea, de la Universidad San Francisco de Quito. Oradora de TEDx y elegida por Forbes Ecuador como Mujer Power.
Email: ctobar@usfq.edu.ec
Cuando hablamos de brecha de género, la realidad es que por cada 100 hombres promovidos o contratados en su primera posición de liderazgo, solo 72 mujeres tienen la misma oportunidad (Forbes, 2021). Es conocido que aún no hemos alcanzado la anhelada equidad en condiciones y salarios. El desafío no recae en lograr que más mujeres entren en la carrera desgastante de hombres contra mujeres, donde las mujeres tratan de imitar modelos de liderazgo masculinos y con condiciones creadas por y para hombres, sino en sentirse cómodas desafiando nuevos modelos, más empáticos, flexibles y conciliadores, con los cuales impactar en su entorno.
Las mujeres son 75% más propensas que los hombres a sufrir del síndrome del impostor al momento de recibir un nuevo cargo. El síndrome del impostor puede definirse como un conjunto de sentimientos de inseguridad que persisten a pesar del éxito evidente. Los “impostores” sufren una duda crónica sobre sí mismos y una sensación de fraude intelectual que anula cualquier sentimiento de éxito o prueba externa de su competencia (Corkindale, 2008). Esta inseguridad afecta su potencial, su ambición y su posibilidad de aplicar a nuevas oportunidades y crecimiento. ¿Por qué a las mujeres les afecta más? Existen numerosas variables, pero la más común es que los puestos de liderazgo diseñados por y para hombres hacen que las mujeres deban estar pretendiendo ser hombres para ser consideradas exitosas en esos cargos. Cuando uno tiene que pretender todo el tiempo, la dinámica se vuelve agotadora y es más probable sentirse como impostor.
Un futuro alentador para muchas mujeres que aspiran a ejercer puestos de liderazgo es diseñar nuevos modelos y condiciones de liderazgo que les permitan desarrollar nuevas formas de impactar y liderar, y que no sean heredados de contextos que han perdido su vigencia. Estos modelos no deberían ser catalogados como masculinos ni femeninos, sino como modelos innovadores que no responden a creencias anticuadas de poder o de paternalismos. Aunque son actitudes estereotipadas, con frecuencia asumimos que los hombres son objetivos, enérgicos, decididos y autoritarios, mientras que las mujeres son vistas como emocionales, serviciales, dóciles e inestables. Estas tipificaciones son generalizaciones que a menudo no responden a la realidad, pero que sin embargo ejercen un impacto importante en las actitudes que las mujeres deben reflejar para mostrarse aptas para el puesto.
Otro aspecto clave en la creación de nuevos modelos de liderazgo es la diversidad. Se trata de un valor agregado esencial dentro de un grupo de liderazgo. Así, entre mayor diversidad de género, cultura, etnia, afiliación política o religiosa, mayor será la posibilidad de expandir visiones alternativas y relevantes para la toma de decisiones. No obstante, conviene señalar que si los diferentes actores se mimetizan en una sola y única versión de líder, ya sea para tratar de pertenecer o de alcanzar el éxito, la riqueza de la diversidad termina por diluirse. Es por esto que resulta vital desarrollar e impulsar nuevos modelos de liderazgo.
No existe mejor momento en la historia para que las mujeres puedan crear un nuevo futuro de líderes. Somos nosotras las que debemos demostrar que somos capaces; las primeras en creer en nosotras mismas. Estos nuevos modelos deben incluir, en ocasiones, ser emocionales, pero en otras ser objetivas, enérgicas, pero empáticas. Estos modelos no son para un género u otro, sino para que nuevas formas de impactar y de guiar sean aceptadas, celebradas y buscadas. No lo haremos solo para las mujeres, sino para todos los que se sienten intimidados porque creen que no calzan en el molde de liderazgo. Es una invitación para descubrir que pueden coexistir muchos moldes, y que todos son válidos. Así, menos personas tendrán que sufrir el síndrome del impostor, y muchas otras diseñarán su camino de crecimiento y desarrollo. El futuro es alentador; reformular el futuro, de valientes.
Referencias
Corkindale, G. (2008). Overcoming imposter syndrome. Harvard Business Review. https://hbr.org/2008/05/overcoming-imposter-syndrome
Forbes México. (2021). La brecha de género se amplía: 54% de las mujeres líderes se sienten exhaustas.https://www.forbes.com.mx/forbes-women-brecha-genero-covid-19-puestos-liderazgo/